14 de marzo de 2017

Hasta el último hombre (2016)

Héroes reales

Hasta el último hombre supone el retorno de uno de los mejores narradores de historias de Hollywood, Mel Gibson, el cual ha estado más de diez años sin colocarse detrás de una cámara. Y hay que reconocer que su vuelta se agradece y mucho. Esta película nos narra la increíble pero cierta historia de Desmond Doss, un soldado que se adentro en la infernal batalla de Okinawa sin disparar una sola bala.

Hay que señalar que la película se puede separar en tres partes bien diferenciadas entre si:
-Infancia y enamoramiento: el comienzo de la cinta, ritmo lento, narración pausada, presentación del personaje, quizás se eche en falta un poco más de mordiente.
-Reclutamiento: las semillas plantadas en la parte anterior comienzan a dar fruto, asistimos al despliegue de los valores morales del protagonista y se nos acaba de presentar a todo el reparto.
-Batalla: una colina donde sólo encontramos muerte, sangre y fango. Un enfrentamiento mostrado en pantalla con un realismo nunca visto desde que Steven Spielberg dejase a tónito al mundo con la escena del desembarco en las playas de Normandía de Salvar al soldado Ryan. La hora que dura aproximadamente esta parte se enmarca entre los mejores momentos del genéro bélico sin ninguna duda. La coreografía de la batalla es envidiable, el fragor del combate se muestra con una destreza a la que pocos directores alcanzan. El retrato de la violencia, cuidadamente realista, puede hacer que no sea recomendable para los ánimos más sensibles, pero constituye una imágen fidedigna de lo que se vivió en aquellos instantes en la isla de Okinawa.
En este contexto Mel inserta con maestría su relato, impregnado con su ya particular visión del mundo. De nuevo nos muestra a un hombre que con su voluntad y determinación es capaz de enfrentarse y sobreponerse de manera extraordinaria a una situación límite, sublimando un discurso épico y heroico.

La factura técnica es sobresaliente en todos sus aspectos. En cuanto al reparto merece ser destacada la labor de Andrew Garfield.  Mediante su aspecto enclenque y desgarbado sabe proyectar una imagen de cierta fragilidad que se convierte en el contrapunto de su férrea determinación y convicción en sus creencias, dicotomía que refleja de manera creible en la pantalla. El resto del reparto cumple satisfactoriamente con su trabajo si bien no hay ninguna otra interpretación especialmente reseñable.

Por señalar algo negativo, los últimos minutos dan una sensación algo atropellada y deja cierto regusto a videoclip que contrasta con el resto de la película, impecable hasta ahora. En todo caso, hay que recordar que la historia contada gira en torno a Desmond Doss y no a un episodio bélico concreto.



Una gran película bélica, que puede que no compita con las más grandes del género pero que sin lugar a dudas emociona y se disfruta cada minuto. Una de esas obras que no te importa revisitar...









Narra la historia de Desmond Doss, un joven médico militar que participó en la sangrienta batalla de Okinawa durante la II Guerra Mundial y se convirtió en el primer objetor de conciencia en recibir la Medalla de Honor del Congreso en la historia estadounidense. Doss quería servir a su país pero desde pequeño se había hecho una promesa a sí mismo: no coger jamás ningún arma. 







2 comentarios:

  1. A mi me gustó mucho y estoy de acuerdo de que la primera parte de la película es un poquito lenta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi también me gustó mucho, se perdona ese principio, por la hora de batalla. Gracias Iván por tu comentario

      Eliminar