24 de marzo de 2017

El Viaje de Chihiro (2001)

Olvidar nuestros orígenes es olvidar el presente

Ya conocía trabajos anteriores de Studio Ghibli y tenía grandes expectativas en esta película. La que para algunos es la mejor obra de Miyazaki, su director, empieza con un elemento recurrente en su obra: un cambio. Algo que para algunos podría suponer una oportunidad, una aventura, pero que para otros es una molestia o un engorro: para qué salir de la rutina si como estoy, estoy bien.

A partir de ahí, el espectador poco habituado a los largometrajes de Studio Ghibli puede sentirse perdido. Tratar de entender El Viaje de Chihiro de manera literal y no metafórica no tiene mucho sentido. Se trata efectivamente de un viaje, un cambio, un paso que ha de dar la protagonista, Chihiro/San, para encontrarse de nuevo consigo misma.

Miyazaki nos muestra que no todo es lo que parece y que la identidad es algo que con nuestro ritmo de vida actual podemos llegar a perder. Algo que puede resultar en un peligroso periplo para recuperarlo y algo para lo que no todas las personas están preparadas. Además, a lo largo de los 125 minutos que dura el visionado se puede palpar una dura crítica hacia la sociedad contemporánea por la pérdida de las viejas costumbres.

Pero la magia de las películas de este estudio, y en concreto de El Viaje de Chihiro, es que el sentido metafórico se encuentra tan íntimamente imbricado en el film que con cada visionado uno encuentra un sentido diferente a cada escena. Y no, no hace falta ser un gurú de las costumbres o del panteón sintoísta para entender esta película. Y esto es lo mejor: no hay posibilidad de equivocarnos, porque toda suposición que podamos hacernos es válida.

La película es una aventura constante y tiene un ritmo vertiginoso. La protagonista no para de salir del fuego para caer en las brasas una y otra y otra vez, buscando la forma más enrevesada e interesante para superar el escollo que se le plantea en el camino. En ningún momento tenemos claro quién es "el malo", porque es algo que a esta película no le hace falta. A pesar de todo, no la recomendaría para niños pequeños: momentos de moderada violencia, incremento del volumen según la acción y sangre en pantalla no la hacen muy digerible para los más pequeños de la casa.




Si no se ha tenido nunca contacto con una película de este estilo, ésta es una de las mejores opciones para empezar: aventura, espiritualidad y crecimiento interior con una ejecución impecable.






Chihiro es una niña de diez años que viaja en coche con sus padres. Después de atravesar un túnel, llegan a un mundo fantástico, en el que no hay lugar para los seres humanos, sólo para los dioses de primera y segunda clase. Cuando descubre que sus padres han sido convertidos en cerdos, Chihiro se siente muy sola y asustada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario