26 de marzo de 2017

El Bosque de los Suicidios (2016)

Cuando el marketing te la intenta colar

El planteamiento de la película comienza siendo interesante: la desaparición de un ser querido en un bosque japonés a donde la gente va a suicidarse. Además, una conexión “mística” entre Sara, interpretada por Natalie Dormer, y su hermana gemela desaparecida en el bosque de Aokigahara hace que la protagonista tenga la certeza de que ésta sigue con vida y se lanza a la aventura de descubrir la verdad de los hechos.

Mezclando todos estos factores se nos presenta una película con potencial. El terror japonés es de sobra conocido por los amantes del género, y una producción estadounidense que mezcle estos factores no podría defraudar al espectador en este sentido… ¿verdad? La respuesta, desgraciadamente, es afirmativa.

Si bien la película cuenta con los sustos de rigor y la tensión e incertidumbre que se espera del inicio de este tipo de películas, al llegar al nudo del film se desvanece. Acciones predecibles, y en ocasiones fuera de toda lógica, llevan a una protagonista afectada por el influjo malévolo del bosque a una serie de desdichas demasiado presagiables, hasta revelarse el gran misterio que rodea toda la trama, que si bien quien redacta estas líneas vive últimamente influenciado por el gran detective creado por Sir Arthur Conan Doyle, es un enigma que se ve venir desde el principio del metraje.

Es posible que el público objetivo de esta película fueran adolescentes buscando el roce en la oscuridad de una sala de cine, o que el hecho de que las protagonistas sean gemelas a uno le huela a reducción de costes en plantilla. Quizás es que ya tengo demasiado vistas películas de este género y me esperaba ese “algo más”, esa reflexión que te deja las dos horas siguientes al visionado dándole vueltas a la cabeza, o quizás es que soy un Juan Sin Miedo actual al que no hay trama que espante. Pero nada más lejos de la realidad. Cuando una película te planta unas expectativas que se van desvaneciendo durante el visionado, de la única manera que puede salir uno del cine es decepcionado.

Eso sí, no pierdan la oportunidad de llevar al ligue de turno a un pase de esta cinta: con un poco de suerte, el resultado no será tan decepcionante. 




Un quiero y no puedo que, a pesar de ser una película visionable, no es en absoluto rival para recientes aportaciones al género de terror.







Sara es una chica estadounidense que busca a su hermana gemela desaparecida en el bosque Aokigahara, a los pies del Monte Fuji en Japón. A pesar de las advertencias de todo el mundo para que no entre en el bosque, la joven acaba yendo para descubrir la verdad sobre lo sucedido y averiguar el destino de su hermana. Sin embargo, se tendrá que enfrentar a almas atormentadas y muertos que se aprovechan de cualquier persona que vaga por ese bosque.




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