Una de las mayores virtudes del género fantástico es su potencial para abordar los grandes temas de manera alegórica, dotando de cierta atemporalidad sus reflexiones, algo que en otros acercamientos más naturalistas es mucho más difícil de conseguir por su tendencia a quedar relacionados con la anécdota, a ligarse a una reivindicación concreta y propia de un momento determinado. Get out comparte en buena medida estas bondades a partir de una idea interesante desarrollada con inteligencia.
Esta cinta aborda un tema complicado y de plena vigencia en su país de origen, EEUU: el racismo. Jugando de manera perversa con los mimbres de Adivina quién viene esta noche plantea diferentes aspectos de la problemática racial: el temor y prejuicios que planean sobre las relaciones interraciales, la condescencia bienintencionada pero paternalista de los blancos liberales de clase alta, la incomodidad resultante de encontrarse en determinados ámbitos racialmente homogéneos…Y todo ello lo hace con una fina intuición que no impide dejar entrever que a pesar de lo mucho que se ha avanzado permanece la sensación de que siempre pierden los mismos mientras se perpetúan los ganadores.
Pero es que además de contar con una reflexión social pertinente y necesaria, lo cual ya es meritorio de por sí, lo hace de una manera muy destacable. En términos cinematográficos el debutante Jordan Peele, que también hace las veces de guionista y productor, levanta un thriller ejemplar. Sabe conjurar una atmósfera de tensión creciente que mantiene al espectador en vilo, revelando un gran manejo de los tempos y la dosificación de la información, porque si bien alguno de los elementos ocultos de la historia resultan previsibles, Peele parece adelantarse a la intuición del espectador reservando aún más sorpresas de manera que no deposita su interés en un único giro final sorpresivo. En su pulso narrativo y en su capacidad de generar ambiente tiene una intuición natural que remite en determinados aspectos a grandes títulos como La semilla del diablo.
La producción cuenta con un presupuesto modesto pero esto apenas se nota en la pantalla más allá de la escasez de efectos especiales espectaculares, algo que por otra parte tampoco se hecha en falta. Técnicamente, y pese a no contar con ningún alarde innovador, encontramos pequeñas muestras del talento que como narrador atesora Peele, como el montaje paralelo que muestra una intensa conversación entre el protagonista y su pareja al tiempo que en la casa de sus suegros se celebra una macabra subasta.
El reparto, por su parte, realiza un trabajo más que correcto. La pareja protagonista, interpretada por Daniel Kaluuya y Allison Williams, resulta creíble y posee un cierto aire naif que nos aproxima a los primeros estadios de una relacion en la que sus integrantes aún se están conociendo. Catherine Keener y Bradley Whitford, en la piel de los padres de ella, también realizan una excelente labor, especialmente la primera, que consigue dotar a su personaje de una calidez y cercanía que apenas consiguen tapar la inquietud que generan su mirada y sonrisa.

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Una película de género inteligente y con dimensión social más allá del mero entretenimiento. Y además un ejercicio ejemplar en su plasmación audiovisual. Recomendable 100%
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Dentro de un género lleno de películas de baja calidad y rápido consumo,es de agradecer productos como con el que nos encontramos ayer. Get out no es una obra maestra pero sí una película llamativa y mórbida por el tema que toca, bien hecha, que funciona y que conjuga géneros interesantes. El guión comienza con mucha fuerza, su primera escena usada de prólogo es de alto nivel, el que mantiene hasta más de la mitad de la película, momento en que el se hace previsible. También tiene alguna idea rocambolesca que empaña un poco la magnífica primera hora de la cinta, y aunque el final es apresurado también es muy satisfactorio, rompedor con todo lo demás visto, pena que no dure más y pase fugazmente. Este es el ejemplo perfecto de cómo con un presupuesto irrisorio, en este caso siete millones de dólares incluyendo gastos de distribución, si tienes una buena idea bien ejecutada se puede convertir en una muy buena película. Me quito el sombrero ante Jordan Peele, que ha conseguido algo similar a lo que consiguiera Shyamalan con su Sexto sentido. Veré con ganas sus trabajos venideros. Mi conclusión: un 6 si hablasemos de cine en general, pero dentro del género en el que se encuentra un 7 rotundo. Espero que sus competidores tomen nota y se hagan más películas como ésta.
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Yo fui al cine a ver una de miedo, y salí trasquilado. Me tengo que poner hater con esta película, porque esperaba agarrarme a la butaca como el protagonista en el cartel y aparte de un único susto, más por el sonido reverberante de la sala que por el miedo en sí, he soltado más carcajadas que gritos de terror. He sentido que la película no sabe mantener la tensión que se le atribuye al género y, a pesar de que hay que experimentar cosas nuevas en esta categoría más que trillada, en algunas escenas me parecía estar viendo un Scary Movie con moralina. A pesar de que no me hayan vendido la idea, la película tiene una buena historia por detrás, un protagonista con un resultado más que decente y una dirección valiente, fresca y prometedora, a la cual un servidor no va a perder de vista.
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Un joven afroamericano visita a la familia de su novia blanca, un matrimonio adinerado. Para Chris (Daniel Kaluuya) y su novia Rose (Allison Williams) ha llegado el momento de conocer a los futuros suegros, por lo que ella le invita a pasar un fin de semana en el campo con sus padres, Missy (Catherine Keener) y Dean (Bradley Whitford). Al principio, Chris piensa que el comportamiento "demasiado" complaciente de los padres se debe a su nerviosismo por la relación interracial de su hija, pero a medida que pasan las horas, una serie de descubrimientos cada vez más inquietantes le llevan a descubrir una verdad inimaginable.
