Hoy os traigo una película de terror, género explotado hasta la saciedad que en la actualidad se rige más por la cantidad que la calidad. Parece que se ha olvidado que el cine de terror no son los litros de sangre, ni los miembros mutilados que se puedan mostrar en pantalla, ni la concentración de sustos por minuto, ni los golpes de efecto subiendo el volumen en determinadas escenas. El cine de terror se trata de crear una atmósfera opresiva, a partir de una buena idea, desarrollando la tensión con elementos muy básicos y mantener al espectador pegado en la butaca durante todo el tiempo que dure la función. Y este es uno de los casos en que lo consigue.
Empecemos. La película nos posiciona en la morgue de un pequeño pueblo, el dueño y su hijo reciben el cadáver de una bella joven muerta y tienen esa sola noche para descubrir las causas de su fallecimiento. Y hasta aquí puedo contar... ya que cualquier spoiler rompería la intriga de la cinta.
La popularidad de este proyecto es escasa, pasó sin pena ni gloria por nuestros cines y no tuvo la publicidad con la que cuentan muchas otras, pero esto no quiere decir para nada que sea inferior. Como aficionado a este tipo de peliculas puedo asegurar haber encontrado guiones más ricos en cintas directas al mercado doméstico, y éste puede ser el más claro ejemplo de los últimos años, puesto que parte de una buena idea, diferente, una historia fresca, lo que es de agradecer.
La película la dividiré en dos partes. Una primera, que nos sitúa en un lugar incómodo y terrorífico, que nos presenta a sus dos fríos protagonistas y nos muestra el bello pero misterioso cuerpo inerte, preparado para ser examinado. Todo lo relacionado con la autopsia es magistral, nuestro interés va in crescendo, haciéndonos partícipes del equipo forense y haciendo que deseemos encontrar otra pista más en la investigación que esclarezca la verdad. La segunda parte degenera ligeramente, pasando de la intriga al efectismo, y es aquí cuando se convierte en más convencional, pareciéndose más a la competencia. Y no lo digo como algo positivo. Aunque sigue resultando interesante daña el resultado final y la buena sensación que nos había dejado su primera mitad.
Los personajes, siendo solo dos durante casi todo el metraje, se encuentran excelentemente desarrollados, consiguiendo algo importante en este género: no echar en falta más carne para la picadora. También ayuda la elección de los dos actores, Emile Hirsch y Brian Cox, que sobresalen dentro de los trabajos a los que estamos acostumbrados en este género.
La producción es modesta, y es que en sus mínimos y tristes efectos especiales denota su bajo presupuesto, carencia que subsana con su oscura puesta en escena y el lúgubre y tétrico escenario donde ocurre la acción.

Si te gusta el mal rollo, pasar un rato en tensión y te encanta el terror pero ya no te acuerdas de ver una decente, ésta la recomiendo, siendo una de las películas más notorias que nos ha regalado últimamente este género.


El dueño de la funeraria de una pequeña localidad y su hijo, que trabaja con él, reciben un día el cadáver de la víctima de un misterioso crimen: una bella joven que no tiene ninguna causa aparente de muerte. Ambos intentarán desvelar los intrigantes motivos del fallecimiento de la joven.

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