17 de junio de 2017

La cura del bienestar (2017)

La cura de lo convencional

El cine actual sufre una dolencia de gravedad, la monotonía. La falta de ideas frescas convierte la mayoría del cine generalista en convencional. Pero la película que os traigo hoy es justamente una de esas pequeñas muestras de cómo todavía existe la imaginación dentro del mundillo holliwoodiense, Aún quedan directores con un par de huevos, con perdón de la expresión, para hacer lo que quieren y plasmarlo de una manera ten poco ortodoxa, tan rompedora y arriesgada. Muchos podréis pensar que debía estar drogado cuando la vi y que menudo pedazo de mierda os he endilgado, pero me quito el sombrero ante Gore Verbinski. Por su desvergüenza para combinar las más variadas influencias y por su maestría para volcarlas convertidas en un fascinante descenso a la oscuridad.

No es una cinta fácil de ver. Es extraña desde su comienzo, y densa. Su mirada se detiene en belleza y el horror a partes iguales. En su contradicción esta su mayor baza. Después de verla habrá cosas que nuestro cerebro no acabe de comprender, y es en este momento en que reposamos y pensamos, en que recaemos en que da igual y que cada uno ha podido obtener una interpretación diferente de lo que acaba de ver.

Es complicado hasta estructurar un comentario de esta cinta, ya que es de una extrema complejidad. El planteamiento inicial me ha recordado a Shutter Island de Scorsese pero rápidamente se distancia de ésta para aventurarse en un ambiénte distópico. No tiene una estructura fragmentada con la que juega el director, es una narración lineal, pero tan imaginativa, surrealista rozando lo paranoide, que en ocasiones cuesta seguirla. No está contada de manera apresurada, todo lo contrario, es de un ritmo reposado, con matices, . Exige mantener la atención a lo que ocurre en la pantalla y recomiendo verla en un día lúcido, porque si no la tarea se puede hacer un camino cuesta arriba. Como punto negativo está su duración, bastante extensa. Creo que dentro del metraje hay altibajos, excediéndose a veces en contenido. Y el final es una absoluta ida de olla, pero su resolución no resulta tan satisfactoria como me hubiese gustado.

En el reparto destaca su actor principal, Dane DeHaan, con cierto aire a Leonardo Dicaprio pero con un esfoque propio. Sabe transmitir el cansancio y los desvaríos a medida que progresa el proceso de degeneración de su personaje. Todo un acierto de casting por su aspecto inmaduro y su escasa corpulencia, que le dan un toque de debilidad dentro del infierno en el que se mueve.

En las cuestiones técnicas he de decir que la puesta en escena es brutal. La fotografía, hermosísima, posee un aire gótico que caracterizará al peculiar balneario que conforma el escenario. La banda sonora es otro gran acirto, y hay que aplaudir la cancioncita que tararea la protagonista femenina, tierna pero a la vez tramposa, como la propia película.


Todavía no se muy bien qué chaladura he visto pero tengo que reconocer que me ha fascinado. El cine va de embarcarnos en un viaje que nos muestre algo nuevo e inesperado. Y este trabajo lo consigue. Para mi, un producto más que notable.






Un joven y ambicioso ejecutivo de empresa (Dane DeHaan) es enviado para traer de vuelta al CEO de su compañía, que se encuentra en un idílico pero misterioso "centro de bienestar" situado en un lugar remoto de los Alpes suizos. El joven pronto sospecha que los tratamientos milagrosos del centro no son lo que parecen. Cuando empieza a desentrañar sus terribles secretos, su cordura será puesta a prueba, pues de repente se encontrará diagnosticado con la misma y curiosa enfermedad que mantiene allí a todos los huéspedes, deseosos de encontrar una cura.




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